Su apellido, Szymanski, solo tiene dos consonantes y nueve letras. Su aspecto delgado, cabello lacio y rubio lo asemeja más a una figura del rock. Dentro de su maleta había una raqueta y pelotas de tenis. En su habitación un sintetizador e instrumentos de cuerda.
Como jugador, se convirtió en un ícono del tenis venezolano. Combatió en Copa Davis, llegó al puesto 160 de la ATP, enfrentó a Pete Sampras, asistió a dos Juegos Olímpicos y, dentro de sí, aflora una pasión para nada oculta: la música.
“Aquí va una de mis canciones favoritas, la vaca mariposa del Tío Simón”, escribe en un post antes de tocarla en un piano eléctrico. Y es que antes que el tenis, la música ya corría por las venas del caraqueño, hijo de inmigrantes polacos e italianos.
“La música fue primero que el tenis. Comencé con un cuatro y luego con el piano. Hice cinco años de teoría y solfeo en el Conservatorio José Ángel Lamas en Caracas. A los nueve ya entrenaba en serio el deporte, así que decidí dedicarme de lleno al tenis”, explicó Szymanski.
Decidió practicar la “bigamia” porque no quiso abandonar ninguno de sus amores. Su carrera era un cohete en junior. Fue finalista en Wimbledon, ganó el Orange Bowl para cerrar en el puesto tres del ranking mundial.

Con 16 años recibió su primer llamado de Copa Davis, Bahamas era su rival. “Yo sabía que solo jugaría si la serie estaba definida. Me llevé un sintetizador a Santa Rosa de Lima y animé a la barra al estilo americano. Nadie se quejó, más bien creo que hasta el rival lo tomó bien”.
¿Amigo de Eddie Van Halen?
La revista Rolling Stone considera a Eddie Van Halen el octavo mejor guitarrista de la historia. Su éxito Jump se dio el lujo de quitarle el número uno de Billboard a Thriller de Michael Jackson. En 1996, Jimy Szymanski tuvo un encuentro hilarante con el músico nacido en Holanda.
“Ese año yo era sparring coach de Mónica Seles, quien regresaba después de la puñalada. Estando en Toronto, ella me dice que quiere ir a un concierto de Eddie Van Halen y nos fuimos. Por ser ella nos pasaron al backstage donde estaba Eddie, conocerlo fue una gran experiencia”.
Dentro de esa sala pudo cumplir un sueño. “Mónica le dijo que yo era venezolano y que amaba la canción Jump. Eddie me preguntó sobre Venezuela, su gente, la comida pero luego tuvo que subir al escenario. ¿Cuál fue mi sorpresa? Que cuando fue a cantar Jump dijo en el micrófono que esa canción era para su amigo venezolano Jimy Szymanski”.
Cuesta entender qué fue más emocionante de ese concierto, si ir con Mónica Seles o conocer a Eddie Van Halen. Lo cierto es que aquella velada no llegó hasta ahí. “Al llegar al hotel Eddie me arregló una tocada de piano ante unas 200 personas, estaba muy nervioso”.
Siempre un hobbie pero en serio
Aunque su norte era el tenis, la música iba de la mano. Gracias al deporte pudo conocer a músicos como Diego el Cigala, también a Alejandro Sanz, con quien tocó. Y a pesar de que su carrera en las canchas llegó a su fin, en los estudios sigue intacta.
“Tengo un grupo que llama The Miscellaneous, lo formé con unos amigos. Hemos tocado en algunos locales y aunque nuestro gusto es variado lo enfocamos más hacia el rock en español”.
Sus hijos siguen sus pasos. Luka juega fútbol y Mathías tenis, ambos tocan piano, guitarra, batería y bajo. “Son muy talentosos, muchas veces tocamos juntos”.
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