El caso más insólito de la rivalidad entre Venezuela y Dominicana en beisbol

Si existiese la OPEP (Organización de Países Exportadores de Peloteros) Venezuela  y República Dominicana serían miembros fundadores y socios, a la par de encarnizados competidores en procura del codiciado mercado estadounidense. Quisqueya sería a este cártel ficticio lo que Arabia Saudita a la OPEP del petróleo: primera gran potencia productora; y Alejandro “Patón” Carrasquel su Juan Pablo Pérez Alfonzo.

Venezolanos y dominicanos llevan casi un siglo riñendo con cubanos y boricuas por la supremacía beisbolera en el mar de las Antillas. Sus selecciones nacionales han combatido en torneos como el Clásico Mundial, Juegos Panamericanos, Centroamericanos del Caribe y ahora por un boleto a la cita olímpica de Tokio. Los clubes profesionales de la LVBP y LIDOM han bregado en las Series del Caribe desde 1970. Los de La Española, por norma general, se salen con la suya.

Ha habido episodios inverosímiles. Como aquel del testarazo del campocorto quisqueyano Erick Aybar en el estadio José Pérez Colmenares con el cual los Leones del Caracas dejaron en el terreno a los Tigres del Licey para coronarse campeones del Caribe en la cita de Maracay-Valencia 2006. Este careo privado registra forcejeos fragorosos como el de la segunda ronda del Clásico Mundial de 2006, cuando los insulares eliminaron a los suramericanos en el Hiram Bithorn de San Juan al vencerlos 1-0.  

El recordado 1944

Múltiples escarceos han confrontado sobre el diamante a estas dos naciones, mas ninguno más rocambolesco e inaudito que el de 1944 por la Serie Mundial de Beisbol Amateur escenificada en Caracas.

En aquel tiempo Venezuela ya era mantuana en la pelota por el sonoro triunfo de los Héroes del 41 en La Habana y el ascenso de dos de sus expedicionarios (“Patón” Carrasquel y Jesús “Chucho” Ramos) a las Grandes Ligas. Por eso se le concedió al país el honor de organizar la séptima edición del mundial de beisbol aficionado.

La afición se volcó el 12 de octubre de 1944 al estadio Cerveza Caracas de San Agustín para ver el debut del bando anfitrión, pese a que mucha gente desconfiaba de un escuadrón que lucía “fuera de forma”, según las crónicas de la época.  El estreno confirmó las sospechas al perder 3-2 frente a Panamá. El alma volvió al cuerpo cuando los dirigidos por el mánager-jugador José Antonio Casanova aniquilaron 15-3 a Puerto Rico.

Entonces apareció República Dominicana, que “caribeó” a Venezuela en un juego con un desenlace inverosímil y solo posible bajo las condiciones de la época.     

Desde los sumerios, al anfitrión de un torneo corto de beisbol le corresponde el privilegio de jugar a segunda hora cuando hay programaciones de doble jornada. Así que Venezuela saltaba al coso de San Agustín en la tarde frente a Quisqueya, aunque en calidad de visitante a efectos del partido. Estos factores alterarían el producto de una manera impensable.

La familia de @TeamBeisbolVe y @FEVEBEISBOL estamos agradecidos y orgullosos con nuestros peloteros, cuerpo técnico, dirigentes aliados y colaboradores por haber dejado el nombre de nuestro país en alto, y por permitirnos soñar en grande #LaQueNosVuelveLocos#PorTuSelección pic.twitter.com/xGrvSMQrxb

— Team Beisbol Venezuela (@TeamBeisbolVe) June 26, 2021

El desenlace

Cuando Venezuela abrió el noveno inning, República Dominicana ganaba 2-0. Pero los criollos se negaron a firmar la rendición. Arremetieron y empataron a dos. Fue cuando los quisqueyanos implementaron una insólita maniobra dilatoria.

Al darse cuenta de que la tarde se estaba poniendo traje de noche, los forasteros urdieron la treta de la operación Morrocoy. Según los reportes de la prensa local, los antillanos tardaban hasta cinco minutos en cambiar un pitcher y sacaban lanzadores del morrito sin enfrentar tan siquiera a un toletero venezolano. 35 minutos duró la entrada. Cuando culminó, el sol, impaciente, se había largado de Caracas. El árbitro principal dejó sin efecto lo ocurrido en la alta de la novena y dio por terminado el compromiso con el score que regía hasta el cierre del octavo, es decir, 2-0. República Dominicana ganó entre gallos y medianoche.        

Al final, el sol salió para Venezuela. Con un tiránico Luis “Mono” Zuloaga sobre la loma y los batazos oportunos del inesperado Adolfredo González, los de la V en el pecho arrollaron en la segunda ronda del campeonato y con cuatro triunfos sobre la delegación mexicana se entronizaron como bicampeones del orbe. Al año siguiente -1945- la Nación festejó el tricampeonato.  

Lo nuevo

El más reciente capítulo de esta rencilla deportiva entre Venezuela y Quisqueya fue la del repechaje preolímpico de esta semana en Puebla. En disputa estaba el último asiento del vuelo con destino a Tokio. Dominicana alzó el vuelo y Venezuela permaneció en tierra, a la espera de otro viaje, con fecha incierta. Esta sigue siendo la única gran potencia “OPEP” sin vivencia olímpica. Por la cita ecuménica han desfilado Estados Unidos, Cuba, Puerto Rico, Japón, Corea del Sur. Hasta México.

La pelota venezolana no festeja una conquista internacional por parte de su selección de mayores desde el oro panamericano en Chicago 1959.  Quién sabe cuándo se presentará otra ocasión para celebrar por todo lo alto. Se desconoce cuándo se librará el próximo Clásico Mundial y es un misterio cuándo volverán a crujir los bates en el programa olímpico luego de Tokio 2020-2021. Lo bueno es que, del suelo venezolano, siguen brotando beisbolistas. Incluso más que petróleo.